REVISTA DE POR ACÁ

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martes, 20 de noviembre de 2007

La “esmeralda siempre bañada de sol”: adiós a su creador


Por Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar


“Una vez me dijo una voz por ahí: –¿Cuándo le haces una canción a Mexicali?. –Te prometo que ya –respondí”. Y vino la canción, que se convirtió en todo un himno para esta ciudad y el estado entero.

Antonio Valdez Herrera relató de ese modo a la reportera Beatriz Limón, del diario La Crónica, la forma en que selló el compromiso de rendirle un homenaje a la ciudad que lo recibió a sus 18 años de edad, y lo impulsó a la cima del éxito como compositor.

Tanto amó a Mexicali el cantautor, que estaba decidido a disfrutar en este suelo los días postreros de su existencia. “Estoy pensando pasar mis últimos años aquí, sin molestar a nadie, sin pedir nada. Vendo mi casa en México; con mis regalías pienso seguir viviendo, pero aquí, donde están mi madre y mis hermanos”.

Tales eran sus planes en 2003, cuando brindó la entrevista al diario mexicalense. Pero sus deseos no pudieron ser cumplidos. Expiró el último aliento la mañana del viernes 5 de enero pasado, en su domicilio particular de la Ciudad de México.

La tierra que alguna vez lo recibió amorosa y amante, como ha recibido a miles de personas procedentes de todas partes del país; la misma que fue calificada por él con quizá la más hermosa metáfora que se le ha dedicado (“una esmeralda siempre bañada de sol”), ya no volverá a tenerlo en su seno. Pero siempre lo conservará en su memoria.



“Me enamoré de su tierra”.

Antonio Valdez Herrera nació el 13 de septiembre de 1922 en la población de Cócorit, Sonora. Era hijo de Tomás Valdez y de Carlota Herrera Esquer.

A pesar de no haber estudiado la creación de versos, “desde niño me gustaba hacer acrósticos, sextetos, la rima solita salía –contó a la reportera Limón–. Pienso que Dios puso en mí facultades para hacer lo que hago”.

Tras el fallecimiento de su padre y ante la difícil situación económica, se vio ante la necesidad de dejar su pueblo y salir en busca de un mejor futuro. Escuchó entonces que Mexicali ofrecía muy buenas oportunidades para desarrollarse: acababan de nacionalizarse las tierras del valle y el gobierno federal había estado incentivando el poblamiento de la región con mexicanos de todas las regiones.

“Se hablaba de un emporio en aquellos tiempos –recordó–, miles de paisanos míos se vinieron para acá. Mexicali era una ciudad que albergaba gente de distintas partes de la república”. Y él fue uno de esos inmigrantes que llegaron llenos de esperanzas.

Corría el año de 1940. Antonio, con apenas 18 años de edad, le prometió a su madre que regresaría por ella cuando consiguiera trabajo. “Al principio batallé mucho, pero me las ingenié para salir adelante”.

En Mexicali –“me maravilló, nunca había visto una ciudad tan hermosa”– radicaba ya un tío suyo, lo que le facilitó su estancia inicial. Vivió un tiempo en su casa, hasta que logró independizarse.

“Entré a trabajar pizcando algodón. Luego me enteré de que estaban solicitando elementos para el cuerpo policiaco, y me acerqué a pedir trabajo de policía. Duré un año.

“Luego trabajé en una carpa de variedad, ‘Morenof’, donde andábamos por todo el valle. Así conocí Palaco, Estación Victoria, Cuervos, Batáquez, Paredones, cantando y haciendo comedia. Entonces me enamoré de su gente y de su tierra”.

Otra de las actividades que realizó el joven Valdez Herrera fue la de voceador de los precios en el barrio de La Chinesca, entonces la principal zona comercial de la ciudad.

“Después fui a las estaciones de radio XECL, XEAA, donde ganaba el dinero suficiente para poder sobrevivir. Un día vinieron unas personas de la Secretaría de Comunicación audicionando a las personas que querían ser locutores. Me acerqué a ellos, hice una prueba de voz; estaba joven, mi voz era fuerte, pastosa. Inmediatamente me aprobaron. Al otro día empecé a trabajar en XEAO.

“Entonces mandé por mi madre, mi hermana y dos sobrinas. Nos instalamos por la avenida Lerdo, donde se ubicaba La Jabonera del Pacífico. Mi hermana empezó a trabajar, yo continué con la radio, vendiendo publicidad. No me fue mal, el destino de Antonio Valdez Herrera resultó más tolerante”.


“Las letras me las dictaba Dios”.

Habían pasado ya cuatro años de la llegada de Antonio a Mexicali. Sus inquietudes de compositor pervivían en él, y ellas, junto con su trabajo en la radio, lo motivaron a incursionar en el medio artístico. De ese modo, en 1944 formó un trío con Raúl Hernández Rodarte y Jorge Álvarez Bustamante.

Pero no fue hasta 1953 (a sus 31 años de edad) cuando se inició formalmente como compositor, al dar a conocer su canción ranchera titulada Sin fe. Lo suyo era la música, ya no le quedaba ninguna duda.

“La gente pidió mis canciones. Por ahí hubo alguien que me dijo: –¿Por qué no te vas a México, tienes con qué hacerla...”. Así, en 1957 partió, buscando nuevos horizontes. Había residido 17 años en tierras cachanillas.

“Cuando llegué a México me encontré con una ciudad tremenda, afortunadamente conseguí trabajo en Radio 13. Ya tenía trabajo, ya tenía un plan para empezar a promover mis canciones. Llevaba un puñado de ellas: Esta tristeza mía, Con mis propias manos, Renunciación”.

Un año más tarde se unió a Carolina Arias Navarro para formar el dueto “Amanecer”, con el que grabó más de treinta de sus propios temas. “La música la traigo adentro –dijo a la reportera Limón, en 2003–. Nunca estudié música, soy empírico o un improvisado. La música la traía aquí y acá (en el corazón y en la cabeza) y las letras Dios me las dictaba. El Señor estuvo conmigo en todo momento y sigue estando”.

En ese 1958 hizo pública Renunciación, melodía que –según un boletín de la Sociedad de Autores y Compositores de Música (SACM)– era considerada por él “su ‘hija mayor’, ya que ha estado vigente desde 1958, es la que más se ha vendido, tiene muchas grabaciones y es la que lo dio a conocer como intérprete, integrante del Dueto Amanecer, y como compositor”.



“…que fuera la pura verdad”.

“Mis canciones son como mis hijas –expresó Valdez Herrera en la entrevista citada–, pero mi canción más querida es Puro cachanilla. Es la canción que más he gozado, porque la gente la canta con mucho cariño y a través de ella me han estimado. Es una canción que difícilmente se va a olvidar; ya no es mía, pertenece al pueblo”.

Desde hacía un tiempo tenía la espinita clavada de dedicarle una composición a Mexicali. Ya había hecho el compromiso de rendirle un homenaje a su ciudad adoptiva. En 1962 empezó a trabajar en la nueva melodía: “Poco a poco fui puliendo la canción; la idea era escribirla y después quitarle o ponerle, para que no se escuchara mal. Duré un año haciéndola”.

En ese entonces conoció al joven intérprete que se encargaría de darle la primera voz a ese tema. Caín Corpus Santillán, de apenas 18 años –la misma edad que tenía Antonio cuando llegó al valle mexicalense y empezó a pizcar algodón–, sería el elegido.

El destino unió a ambos personajes no en Mexicali, sino en Los Ángeles, California. Caín y su hermano mayor, Job, se encontraban allá, trabajando. Y lo mismo hacía por esos rumbos Valdez Herrera, con su dueto “Amanecer”,

El cantante mexicalense contó a la reportera Alma Moyrón que el encuentro se dio en un espectáculo musical en que a Antonio lo presentarían como solista. Corpus entonces cantaba con el mariachi de Jesús López Ochoa, El Gallo.

“Fui a ensayar con el mariachi y él estaba afuerita platicando con mi hermano –recordó Caín–. Y le dice: ‘Oye... canta bien el chavalo’ (yo era un chamaco de 18 años); y le dice: ‘¿No le gustaría grabar en México?’.

“Cuando salí del ensayo me preguntó: ‘Oye, muchacho, ¿no te gustaría grabar en México?’. Y le respondí que primero necesitaba pedirle permiso a mi papá, porque yo era hijo de familia, aunque ya había grabado un disco en 1957.

“Luego me dijo que él iba a volver en diciembre para hacer una gira por la costa, e iba a llegar a Mexicali para pedirle permiso a mi papá. Entonces se llegó el día 2 de enero de 1963 y fue al ejido Durango, y para sorpresa mía Antonio Valdez Herrera y mi papá ya se conocían, porque mi papá trabajaba en una orquesta que se llamaba ‘Los Pacos’”.

En todos esos meses el himno a Mexicali había seguido puliéndose. “Me gasté cinco o seis cuadernos, hojas sueltas –recordaría después su compositor–. Lo que yo quería lograr era una canción, si no perfecta, cuando menos audible, que fuera la pura verdad”.

Tras el encuentro con los Corpus en el ejido Durango, Valdez Herrera regresó a la ciudad de México acompañado de Caín. Puro cachanilla ya estaba terminada, su autor se sentía satisfecho con el tema, y con el joven cantante hicieron los arreglos y la grabaron, en el sello Columbia, el 26 de febrero de 1963.

Valdez Herrera continuó con sus giras con el dueto “Amanecer”, acompañando también a Miguel Aceves Mejía y a Lola Beltrán. Corpus, mientras tanto, se encontraba ante lo que él llama el “ábrete sésamo de su carrera”.

Por los siguientes cinco años, el joven cantante mexicalense vivió en la casa de Valdez Herrera en la Ciudad de México, fungiendo como su secretario.

”Mi cuna está aquí”.

Puro cachanilla pronto conquistó a los mexicalenses. “Curiosamente –escribió, tras la muerte de su autor, el poeta y periodista cultural Jorge Arturo Freydig– una canción ranchera para un tema norteño, lo cual a nadie le molestó entonces y menos ahora, que es emblemática”.

Precisamente Freydig recogió estos recuerdos de juventud de labios del historiador Armando Rodríguez: “Y cuando le pedíamos El cachanilla al mariachi, pues no se lo sabían. Entonces empezábamos a tararearlo: ‘Nací en los algodonales…’. Pero tampoco nos sabíamos toda la letra –todavía no me la sé–… y entonces los mariachis empezaban a preguntarnos: ‘¿Así, así?’, y empezaban a sacar la tonada”.

Rodríguez le contó a Freydig “que la rola gustó desde el principio; y tal vez no por la tonada, que no es la gran cosa, sino por la pura letra”. El periodista cultural considera, por su parte, que “no podía menos que convertirse en himno mexicalense, cuando el yo ficticio del corrido del sonorense Valdez Herrera narra que su cuna fue Mexicali y luego dedica la mayor parte de la letra a describir la geografía de ‘su valle tan querido… Palaco, Estación Victoria, Cuervos y mi Mezquital, su gran colonia Carranza, San Felipe y Cucapá’”.

Eran los años sesenta. Mexicali contaba apenas con poco más de medio siglo de existencia y los jóvenes de entonces estaban ávidos “de identidad, de historia, de cultura”. Dice Freydig: “Cuántas no serían las ganas de identidad de aquella juventud cachanilla, que al escuchar ésta, o pudiendo haber escuchado cualquier canción con tal de que dijera o aludiera a ¡Mexicali!, la volverían parte de sí, de aquello tan necesitado de una voz, una letra, un propio ser… una historia forjada entre verdades y mitos”.

Así, de cantarse o al menos tararearse “por necesidad de la circunstancia”, El cachanilla –como se conoce popularmente a la canción– “llegó a popularizarse entre algunos sectores de la ciudad, por sí misma, por derecho propio, entrando en el gusto y en la memoria, ya mucho antes de que fuera una canción famosa.

“Y cantando y tarareando, un día aquella juventud pionera de la identidad, la primera generación nativa, escuchó la popularización del himno en voz de Gilberto Valenzuela El Sahuaripa (…) y la historia… es historia”.

“Desde entonces –resume Freydig– todos la cantamos”: en Mexicali, en Baja California, en México, en Los Ángeles, en París…

–¿Se la escribió a Mexicali o a toda Baja California? –le preguntó en 2003 la reportera de La Crónica a Valdez Herrera.

–A Mexicali nada más, pero aproveché para incluir los cuatro municipios de entonces; no alcancé a meter a Rosarito. Pero mi idea primera fue hacerle una canción a Mexicali, porque mi cuna está aquí.

–¿En qué se inspiró para escribir la canción?

–En Mexicali, su valle, su gente. La primera sexteta es importantísima: “Nací en los algodonales, bajo un sol abrasador, mis manos se encallecieron y me bañé de sudor; yo soy puro cachanilla, orgulloso y cumplidor...”.

“Me decía don Eduardo Martínez Palomera, cuando fue presidente municipal: ‘Ahí nos retrataste a todos’. Pero sobre todo a la gente del campo, que en aquel tiempo, cuando yo llegué, la agricultura era la principal industria.

“Ha de haber unas cincuenta versiones de la canción, pero la que más quiero es la de Caín Corpus. Fue el primero que la cantó y sufrió conmigo tratando de impulsarla, de promoverla, de meterla a la radio, y se cumplió el propósito”.


“Nací para escribir canciones”.

Jugador de beisbol y de basquetbol, Valdez Herrera también disfrutaba de ver televisión y de jugar billar y dominó. En cuanto a gustos musicales, sentía especial predilección por lo ranchero, los boleros románticos y los temas clásicos ligeros.

Definía así su personalidad: "Mi carácter es fuerte, tal vez por proceder del norte de la república; sin embargo, me gusta ayudar a mis semejantes". Se consideraba “un padre amoroso y un esposo responsable”. Decía también de sí mismo: “Soy estrictamente fiel a mis principios y responsabilidades, y amigo respetuoso y vertical”..

Y en el mundo artístico hizo muchos amigos, pues siguió cosechando éxitos: Chelo, Javier Solís, Vicente Fernández, Aída Cuevas, Antonio Aguilar, Pepe Aguilar, Lola Beltrán, Lupillo Rivera, Yoshio, Los Tiranos del Norte… Todos ellos, y otros más, quedaron seducidos por su maestría versificadora y le grabaron sus temas.

Mexicali volvió a su inspiración, y surgió entonces Tierra generosa. Y a su suelo adoptivo también le dedicó Valdez Herrera Tecate de mis cariños, que igualmente fue grabada por el ya famoso Caín Corpus.

Llegaron los reconocimientos, como: el Trofeo Domingos Alegres (en Mexicali), el Pípila de Oro (en Irapuato, Guanajuato), el Micrófono de Oro de los Locutores (en el Distrito Federal), la Medalla de Oro (en León, Gto.), el Venado de Oro (en Ciudad Obregón, en su natal Sonora), el Trofeo Joaquín Pardavé (en Pénjamo, Gto.), tres Liras de Oro (de Mundo Musical) y la Medalla Agustín Lara, de la SACM.

Los homenajes se sucedieron, igualmente: en 1969, en Sahuayo, Michoacán; en 1971 lo homenajeó la SACM, por su participación en el Primer Festival Ranchero, de Televisa; en 1972 recibió el Diploma Restaurante Denny's, por su labor a favor de la música mexicana…Asimismo, lo premiaron en las ciudades de Torreón, Guadalajara, Los Mochis y Los Ángeles (California, Estados Unidos), y en otras poblaciones del país.

Su primera ciudad adoptiva no se quedó atrás. En 1982 le rindió un homenaje, y lo mismo ocurrió en 2003, con motivo del centenario cachanilla.

El último reconocimiento que hubiera recibido aquí en vida no fue posible realizarlo, por los problemas de salud del compositor: la Sociedad de Historia de Mexicali, presidida por Enrique Estrada Barrera, tuvo que posponer en 2006 un homenaje que pretendía tributarle, pues Valdez Herrera no pudo venir.

Los días primeros de este año, el cantautor –ya con 84 años de edad– se mantuvo con su salud estable, con sólo cierta dificultad para respirar. Sin embargo, al amanecer del viernes 5 de enero le sobrevino un infarto al miocardio, que lo privó de su existencia en su propia casa de Satélite, en la Ciudad de México. Se apagó así definitivamente una fructífera vida, que llevó alegría e inspiración a tantos corazones.

Lo sobreviven su esposa, Teresa García, y sus tres hijos: Jorge Alberto, Carlos y Teresita. Y cientos, miles de admiradores que disfrutan de sus melodías. Y que le seguirán ofreciendo homenajes póstumos. Por lo pronto, la mencionada Sociedad de Historia entregará a sus familiares las llaves de la ciudad, en un reconocimiento que se brindará a su memoria el próximo 14 de marzo, cuando se celebre un aniversario más de la ciudad que lo recibió de joven y a la que él amó tanto.

“Seguramente yo nací para escribir canciones –dijo Valdez Herrera en su mencionada entrevista a La Crónica–. Después de mil sufrimientos, tratando de acomodar aquí y allá logré triunfar”.


Fuentes consultadas:

DOMÍNGUEZ, Alejandro “Adiós al creador del Cachanilla”. En: La Crónica, domingo 7 de enero de 2007.

FREYDIG, Jorge Arturo, “La identidad y El Cachanilla”. En: La Crónica, domingo 14 de enero de 2007.

latinasdesiempre.com, “Antonio Valdez Herrera”. Consultado el 12 de febrero de 2007 en: http://latinasdesiempre.com/bin/musica.cgi?q=bio&id=Antonio%20Valdez%20Herrera

LIMÓN, Beatriz, “Puro cachanilla. Una canción que nunca se olvidará”. En: La Crónica, domingo 27 de julio de 2003.

MILENIO.com, “Muere el autor de Renunciación y Puro cachanilla”. Consultado el 10 de enero de 2007 en: http://www.milenio.com/index.php/2007/01/06/29287/

MOYRÓN, Alma, “Caín Corpus grabó ‘Puro cachanilla’”. En: La Crónica, domingo 7 de enero de 2007.


Más de 300 composiciones

Las canciones compuestas por Antonio Valdez Herrera han sido interpretadas por grandes cantantes. Éstos son sólo algunos ejemplos de su producción creadora, con los artistas que han grabado las melodías:

Con mis propias manos (Javier Solís, el dueto “Amanecer” y Aída Cuevas)

Después de amarnos (Javier Solís)

Esta tristeza mía (Javier Solís, Lola Beltrán, Vicente Fernández, el dueto “Amanecer”, Lupillo Rivera, Yoshio y Los Tiranos del Norte)

Por si voy a morir (Ya me voy) (Chelo, el dueto “Amanecer” y El Coyote y Su Banda)

Renunciación (Vicente Fernández, Javier Solís y el dueto “Amanecer”)

Tu camino y el mío (Vicente Fernández, Antonio Aguilar y Pepe Aguilar)


Canciones a Baja California:

Puro cachanilla (Caín Corpus y Vicente Fernández)

Tecate de mis cariños (Caín Corpus)

Tierra generosa

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